Springsteen clausura el Rock in Rio de Lisboa y desata la locura

La edición portuguesa del festival Rock in Rio cerró sus puertas el domingo con

‘El Boss’ y tras congregar a más de 300.000 personas durante su celebración.

Con la voz casi rota, sudoroso y derrengado. Así acabó Bruce Sringsteen su concierto del domingo tras hacer honor a su alias, The Boss, para cerrar en lo más alto esta edición del Rock in Río Lisboa con dos horas y media de actuación.

El estadounidense pareció olvidar que apenas hacía 24 horas antes estaba actuando en San Sebastián y prefirió recordar que se cumplían 19 años desde su primera y única visita a Portugal para darlo todo, en un espectáculo que terminó con el clásico de los Beatles «Twist and shout» sonando bajo los fuegos artificiales iluminando el cielo lisboeta.

Springsteen, a sus 62 años, volvió a demostrar por qué sigue siendo El Jefe, con mayúsculas: corrió por el escenario, aporreó las cuerdas de su guitarra, se dejó tocar por el público y cumplió con todos los cánones del rock más puro.

Las patillas, chaquetas de manga corta o pañuelos a la cabeza de sus acompañantes en el escenario hicieron honor a la parafernalia habitual, pero el contenido no se quedó atrás, con Bruce rojo hasta parecer explotar en más de una ocasión, desgañitándose, con la respiración entrecortada y haciendo sonar su guitarra y su armónica.

Al contrario que el día anterior en San Sebastián, el estadounidense apenas tocó un puñado temas de su último disco, Wrecking ball (Bola de demolición en español), y optó por repasar los mayores éxitos -la mayoría de los 70′ y los 80′- de su larga y prolífica carrera musical, con cerca de una veintena de álbumes.

The Boss presentó sus credenciales desde el principio para no dar lugar a engaños y enganchó cuatro canciones seguidas sin parar antes de dirigirse al público en portugués, leyendo, eso sí, las palabras en un teleprompter cuyo uso causó polémica al principio de su gira con el nuevo disco.

La energía de Springsteen fue contagiosa y enganchó al público portugués, que abarrotó el recinto -81.000 personas según cifras oficiales- que fue calentándose a medida que pasaban los minutos y que mayoritariamente permaneció fiel pese a que la actuación acababa pasadas las dos y media de la madrugada.

Incluso con algún que otro problema de sonido, los asistentes no dejaron de vibrar, especialmente con himnos como The Spirit, Because the night, o The Rising.

También hubo tiempo para homenajear al miembro de The E Street Band Clarence Clemons, fallecido recientemente, con el tema She is the one, y donde su sobrino, Jake Clemons, se lució con un solo al mando de su saxofón.

ÓSCAR TOMASI / EFE.

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