RUSH : Power Windows
Uno de los discos más controvertidos, de la ya de por sí, más controvertida época de los rockeros progresivos canadienses Rush.
Power Windows supuso una total ruptura con todo lo hecho hasta el momento por este trío, caracterizado siempre en buscar nuevos horizontes y expandir su música sin encasillarse. Si en la década de los 70 se caracterizaron por ser el grupo abanderado del Rock Progresivo, con composiciones enrevesadas y de larga duración, con la guitarra siempre presente de Alex Lifeson, los complejos ritmos de Neal Peart a la batería, y la peculiar voz de Geddy Lee, sumada a su virtuosismo con el bajo, en la década de los 80 optaron por las superproducciones en estudio con el añadido masivo de teclados, baterias electrónicas y guitarras procesadas, amén de interpretar canciones mucho más cortas, y de dar un giro radical al tratamiento de las letras.
Si antes estaban influidas por la ciencia ficción y las historias épicas, ahora se centraban en historias cotidianas más cercanas al mundo real. El resultado? Uno de los discos de Rock sofisticado más grandes de la historia de la música, aunque no muy bien comprendido por sus fans de siempre en el momento de su lanzamiento.
Desde el inicio con The Big Money, una de sus canciones más redondas, con un estribillo cautivador y una instrumentación que tira de espaldas, se percibe que algo ha cambiado en el sonido de siempre de Rush. Culpable de ello es también la producción a cargo de Peter Collins (que posteriormente haría Operation Mindcrime para Queensryche), llena de matices y de capas que le dan toda una nueva dimensión al sonido de Rush.
Grand Designs es sencillamente magistral, con unos coros finales que ponen los pelos de punta. Manhattan Project es uno de sus clásicos en directo con otra maravillosa melodía y en la que abordan el famoso proyecto de desarrollo de la bomba atómica.
Le sigue Marathon, todo un prodigio de cómo mezclar líneas de bajo con programaciones y teclados y una batería humana que ninguna caja de ritmos puede igualar, Neil Peart.
Territories abría la segunda cara del disco, con ciertos aires orientales, donde la guitarra de Alex Lifeson brilla con su maestría habitual.
Middletown Deams y Emotion Detector, son las más orientadas a los teclados en las que incluso el bajo es a veces sustituido por líneas de ritmo electrónicas, y en donde consiguen sintetizar lo mejor de sus composiciones con este nuevo sonido dando cómo resultado dos canciones memorables.
Y para cerrar otra joya, una canción que sigue siendo uno de los puntos álgidos de su repertorio, con un Neal Peart más asombroso de lo que acostumbra, y con un Geddy Lee ofreciendo una de sus mejores interpretaciones vocales, puro sentimiento.
En definitiva, un disco que, cómo muchos otros en su momento de lanzamiento, fue incomprendido y hasta denostado por sus más acérrimos fans, pero que ha sobrevivido al paso del tiempo estableciéndose cómo uno de sus más grandes clásicos.
Autor: XTORT
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